viernes, 29 de marzo de 2013

Mis flores y yo.



Llega la primavera cargada de lluvia y nieblas. Pero ellas saben que es el momento de aparecer. Vuelven a mi vida como cada año, sin avisar, cuando yo he olvidado que existen, y sin hacer ruido y de un día para otro, aquí están.

Siempre digo lo mismo. No gasto dinero en ellas, casi cada año compro dos o tres macetas, sencillas, sin grandes pretensiones, y no les obsequio con tierra nueva, siguen en sus suelos pedregosos, compartiendo espacio varias especies, casi sin cuidados. Es cierto que soy constante y mantengo algo de limpieza. Pero poco más.

Es así como son las flores. Agradecidas y espontáneas.

Hoy ha llovido casi todo el día. Pero no se han olvidado de lo que son. Cuando la lluvia ha cesado, había más flores abiertas. Unos lirios preciosos de un blanco radiante. Ahí están desde hace muchos años. Vinieron del Olivar, de Alcañiz. Mis abuelos los plantaron cerca de la balsa, a veces los pisábamos, pero ellos levantaban la cabeza entre las malas hierbas. Y un año me traje unos cuantos. Azules y blancos. Sólo los blancos han querido quedarse en mi casa. Pero crecen y quieren llegar a abarcar más cada primavera.

Y las flores silvestres que crecen entre el empedrado. No sé de dónde han venido pero son una preciosidad. Y los brotes. Todos los brotes que cada año podamos y vuelven a aparecer. Con teson. Porque este es su sitio.

Quiza algunas personas sean como las flores. Como las que crecen libres. Las que no cuestan dinero.

Las flores que pasan de generación en generación. Y las que no pertenecen a la familia, pero se empeñan en quedarse.

Quiza algunas personas levanten la cabeza cuando pasa la lluvia, y están más guapas que antes. Porque se han lavado, alimentado, porque son capaces de ver el sol y olvidan que ayer era invierno. Porque entienden que vale más ofrecer su belleza hoy, ya que aunque se hayan olvidado de su existencia, seguro que ahí fuera hay alguien que las sabe apreciar.

Muuuuchos besos de ésta flor para todas las demás flores..... y buenas noches!!!

jueves, 14 de marzo de 2013

Una historia.

Tomo ésta historia prestada de mis amigas de La Granja de Papel, me ha gustado mucho y no la conocía.

Ahí va:

Seguro que muchos de vosotros habéis escuchado en vivo y en directo el famoso “mind the gap” de las estaciones de metro de Londres. Lo que no sabíamos nadie es la historia que se escondía detrás. 

Recientemente, la dirección del metro de Londres decidió actualizar la voz encargada de avisarnos para no quedarnos con el pie atrapado entre el coche y el andén (qué detallistas estos ingleses), algo que no habríamos percibido la mayoría de nosotros, para qué engañarnos, si no fuera porque el cambio fue de una voz de hombre a una de mujer.

Pero ese cambio supuso un shock para nuestra querida Margaret McCollum.  Porque Margaret se acercaba todos los días hasta la estación de Embankment solo para escuchar una cosa, una frase, estas tres palabras, “mind the gap”, dichas por su marido, muerto hace ya unos años.

La buena de Margaret llamó a la empresa del metro para ver qué pasaba con la voz de su marido y tanto debió de conmover a los encargados, que han decidido dejar la grabación de siempre en Embankment, estación más cercana a su casa, para que pueda pasarse siempre que quiera y escuchar esa voz, su voz.

Si Londres siempre es un destino que considerar, aquí tenemos una razón más para volver.

¿Os ha emocionado tanto como a mí? :)) Muuuuchos besos, y buenas noches!!!