Llega la primavera cargada de lluvia y nieblas. Pero ellas saben que es el momento de aparecer. Vuelven a mi vida como cada año, sin avisar, cuando yo he olvidado que existen, y sin hacer ruido y de un día para otro, aquí están.
Siempre digo lo mismo. No gasto dinero en ellas, casi cada año compro dos o tres macetas, sencillas, sin grandes pretensiones, y no les obsequio con tierra nueva, siguen en sus suelos pedregosos, compartiendo espacio varias especies, casi sin cuidados. Es cierto que soy constante y mantengo algo de limpieza. Pero poco más.
Es así como son las flores. Agradecidas y espontáneas.
Hoy ha llovido casi todo el día. Pero no se han olvidado de lo que son. Cuando la lluvia ha cesado, había más flores abiertas. Unos lirios preciosos de un blanco radiante. Ahí están desde hace muchos años. Vinieron del Olivar, de Alcañiz. Mis abuelos los plantaron cerca de la balsa, a veces los pisábamos, pero ellos levantaban la cabeza entre las malas hierbas. Y un año me traje unos cuantos. Azules y blancos. Sólo los blancos han querido quedarse en mi casa. Pero crecen y quieren llegar a abarcar más cada primavera.
Y las flores silvestres que crecen entre el empedrado. No sé de dónde han venido pero son una preciosidad. Y los brotes. Todos los brotes que cada año podamos y vuelven a aparecer. Con teson. Porque este es su sitio.
Quiza algunas personas sean como las flores. Como las que crecen libres. Las que no cuestan dinero.
Las flores que pasan de generación en generación. Y las que no pertenecen a la familia, pero se empeñan en quedarse.
Quiza algunas personas levanten la cabeza cuando pasa la lluvia, y están más guapas que antes. Porque se han lavado, alimentado, porque son capaces de ver el sol y olvidan que ayer era invierno. Porque entienden que vale más ofrecer su belleza hoy, ya que aunque se hayan olvidado de su existencia, seguro que ahí fuera hay alguien que las sabe apreciar.
Muuuuchos besos de ésta flor para todas las demás flores..... y buenas noches!!!